Cómo cuidar tus pies cuando vas a esquiar

Pretendemos en este post dar una serie de indicaciones para la prevención de problemas en los pies.

Uno de los problemas que vamos a encontrar en la nieve son las bajas temperaturas a las que sometemos a nuestros pies durante varias horas. Es importante el uso de calcetines específicos que nos protejan lo suficiente y muy importante que estos calcetines tengan pocas costuras y no presenten arrugas que se pueden traducir en ampollas, pasadas unas horas.

El uso de plantillas personalizadas que incorporen distintos materiales con alta capacidad de aislamiento puede ser una buena solución. Además una plantilla con una adaptación perfecta y una elasticidad controlada va a contribuir a mejorar el retorno sanguíneo favoreciendo la termorregulación del pie.

Algunos esquiadores no tienen este problema, sino el contrario: les suda mucho el pie en el interior de la bota. En estos casos lo que aconsejamos es introducir en la punta del calcetín por dentro polvos secantes que ayuden a mantener el pie seco y realizar a mitad de la jornada un cambio de calcetín repitiendo el mismo proceso. En casos severos podemos utilizar “fórmulas magistrales” que son preparados específicos de farmacia que se formulan para un paciente concreto.

Una prevención muy importante es mantener una correcta hidratación del pie, ya que en una piel bien hidratada es más difícil que se produzcan rozaduras y lesiones ya que presenta una mayor elasticidad y resistencia a las agresiones. Recordamos que la mejor forma de hidratar el pie es hacerlo con una crema hidratante específica para el pie y hacerlo por la noche, dejando los pies al aire durante un rato y aplicándola mediante un masaje que ayudará a descongestionar el pie después de soportarnos durante todo el día.

Hemos de tener en cuenta que el agente que más va a agredir al pie durante la práctica del esquí va a ser la bota, por lo que es de vital importancia que la elección de la misma sea correcta. Una bota excesivamente comprimida nos va a impedir disfrutar del esquí por muchos motivos (nos generará rozaduras, callosidades, nos limitará la circulación sanguínea en el pie, aumentará la tensión muscular generada en la planta del pie y en la parte posterior de la pierna, etc.). Igualmente una bota que no sujetase correctamente el pie, nos generará problemas de inestabilidad, ampollas por fricción, etc.